sábado, 30 de junio de 2012

Sombras Quemadas

El viaje durante más de seis décadas de la vida de Hiroko Tanaka nos lleva desde Nagasaki a la India, de Estambul a un recién creado Pakistán, para aterrizar finalmente en una Nueva York cambiada para siempre tras los acontecimientos del 11S. Retos, aventuras y superación alrededor de situaciones que quizás no logren comprenderse del todo, pero se sortean en esa capacidad del género humano de caminar hacia adelante aunque a veces la sensación de velocidad produzca el efecto contrario, en un sentimiento de retroceso que se acontece imposible en esa línea unidireccional de recorrido de una vida. Porqué todo cuenta en la definición de quienes somos.
Más allá del relato y en la coincidencia de alguna conversación; la reflexión sobre los pueblos y sus lenguas. El idioma más allá del hecho comunicativo, las palabras que representan a un pueblo, su cultura y sus costumbres. El sentimiento que despiertan en cada uno los distintos sonidos de las hablas conocidas, su importancia en la comprensión de ciertos aspectos que sin ese conocimiento se escapan al entendimiento, en equilibrio difícil sobre la fina línea que separa la incomprensión del prejuicio.
Kamila Shamsie
Barcelona, Febrero 2011
Ediciones Salamandra




a veces es aquello que nos protege lo que nos marca y nos impide avanzar











lunes, 11 de junio de 2012

Lo que sé de Vera Candida

Aunque es ésta la historia de una saga de mujeres, de madres e hijas imbuidas de aires caribeños que las convierten en seres de lo más sui géneris, merece la pena mencionar una de las figuras masculinas de la historia; quizás no sea la más importante en su falta de papel generativo de esta extraña y femenina extirpe, pero sí es aquella que parece dotada para sentirse satisfecha con la satisfacción de sus deseos. Aunque parezca redundante y de cajón, no es poco en los tiempos que corren, no es poco en esta historia de personas cuyas metas respiran cierto aire de supervivencia fútil, en un paso del tiempo que la novela enlentece y acelera según el momento y el lugar de la protagonista en cuestión. Ritmos que se aprietan y se dilatan igual que nuestros días lo hacen en la elección en que cada uno decida vivirlos. La prosa fácil de Véronique Ovaldé acompaña a cuatro mujeres fuertes a lo largo de muchos días de sus vidas, a ratos pisando fuerte, la mayoría de las veces tan solo de puntillas pero siempre agarradas a ese hilo inexistente que, de algún modo, frágil o fuerte, natural o forzado, subyace entre madres e hijas.
Ediciones Salamandra
Barcelona, Septiembre 2011
Éditions de l'Olivier, 2009
Aunque la historia tiende a repetirse, un gesto pequeño puede marcar una gran diferencia

domingo, 3 de junio de 2012

Liberación

Budapest, Navidad de 1944. La ciudad devastada por la guerra, un país arrasado, un continente avergonzado que ya no sabe hacia donde mirar a pesar de que en él sigan existiendo personas lúcidas, fuertes y pacientes que sigan creyendo en el final desecho que está por llegar. Porqué reconstruir es difícil, sobretodo con piezas de una realidad hecha trizas, con la inconsistencia de un sueño roto, en la soledad de la ansiada liberación.
La novela se sucede bajo tierra, sobre ella solo desconsuelo y devastación, a la espera del final del asedio del ejército rojo a la ciudad, que deberá liberarla de la persecución de la Gestapo y los militantes de la Cruz Flechada. Aunque la situación es extrema y el género humano egoísta por naturaleza, desde su rincón Erzsébet no pierde la esperanza, sobrevive por ella y por aquellos a los que quiere, pese a que la certeza del reencuentro se vaya desdibujando entre el estrépito de los cañones y lanzamientos de la gran fábrica destructiva que supone la guerra.
El final, trágico y punzante desde la comodidad y la distancia que otorga el paso del tiempo; real, en cambio, en el momento presente de la novela, en el estado de excepción en el que sume la guerra al escenario del sótano y sus protagonistas.
Sándor Márai demuestra una visión extremedamente lúcida en un momento donde nada es lo que parece. La liberación, tantas veces imaginada, nos muestra su cara oculta más amarga.
Porqué también puede existir arte y belleza allí donde no llega la luz (Caballerizas Palau Güell, Antoni Gaudí)