jueves, 31 de enero de 2013

El tango de la guardia vieja


Como tantas otras cosas a excepción del chocolate, presencia marcada y permanente, la lectura también tiene momentos, conexiones que emergen a parte de la voluntad consciente de comprensión. 
Pueda ser el caso de mi baile con el tango de la guardia vieja, que, con el ritmo brusco de su danza y su corte sensual me ha mantenido en vilo continuo, dando vueltas alrededor de un compañero de baile del que, después de 500 páginas y 64 años de vida, todavía no sé que pensar. Superviviente ante todo, caradura y seductor Max Costa conoce a Mecha Inzunza a bordo de un barco del que, aunque abandonan en prolongadas ocasiones, nunca lograrán volver a bajar. El sueño de una vida en el primer caso, la realidad imperfecta de protagonizarla en el segundo, cruzarán sus destinos en tres ocasiones. Arrabales y humo de locales de mala muerte en Buenos Aires, lujo dorado en una Niza refugio de las fortunas que huyen de la tumultuosa Europa de los años 30, sosiego luminoso en la magia azul de la costa Italiana. Con las palabras exactas y una prosa precisa, Pérez-Reverte consigue hacernos deambular por los mismos lugares en los que bailan, en tango continuo, los personajes de esta guardia vieja.
Arturo Pérez-Reverte
Alfaguara, 2012
            Apariencia moderna sobre ascetismo histórico en el Caixa Forum de Madrid. La supervivencia en la adaptación a los tiempos

viernes, 25 de enero de 2013

Austerlitz

Dafydd Elias crece solitario y con la sensación intensa de sentirse aislado de todo aquello que acontece alrededor. El primer indicio del recorrido que acometerá para intentar desentrañar su desarraigo y el vacío de su interior sucederá después de muchos años de su nacimiento, conociendo parte de su verdadero origen y su nombre real. Desde entonces, Jaques Austerlitz, ajeno a cualquier lugar y extranjero entre todos los hombres, emprenderá, a través de un itinerario que le llevará por muy distintos y significativos lugares de Europa, la búsqueda de una identidad que aunque consigue en parte desentrañar, no le sirve para encontrar su lugar en la tierra.
El narrador, también percibido en modo alguno como alguien ciertamente extemporáneo en lugar, debido a la falta de información absoluta que de él se tiene, conoce al peculiar protagonista en la oscura nave de la estación central de Amberes. Esa es la primera vez en la que entablan relación y a partir de la cual la narración avanza en formato de encuentros en distintos lugares en los que Austerlitz desgrana su historia, por la que cada vez siente más fascinación. En concepto, la narración se sucede en la continuación natural de los acontecimientos a través de los cuales Austerlitz se va descubriendo. En forma, ese hilo narrativo es pinzado aquí y allá, con mayores dilataciones o pequeños detalles, apoyado en ocasiones con información gráfica variada de lugares, objetos y momentos, descripciones excepcionales de arquitectura e historia, convirtiendo al conjunto en un esquema poco usual de novela; un tejido finamente urdido con las hebras de la melancolía y la desazón.
W.G.Sebald
Anagrama, 2002
Alderley Street, lugar de residencia de Austerlitz en Londres y, como a pesar de agarrarnos a la realidad de unos hechos la percepción del lugar y el momento nunca son solamente objetivos.

martes, 15 de enero de 2013

La miseria de las cosas

Ha sido un mes de lectura intensa y recogida, aunque la lecturista no muestre los frutos de la misma. Muchos aviones en compañía de Henning Mankell y su entrañable y desengañado Kurt Wallander. 

Entre tanta investigación de ficción, merece una entrada la crudeza de la realidad de Dimitri Verhulst en su Miseria de las cosas. Situaciones cómicas a la vez que brutales componen la infancia del escritor y protagonista quien relata, con humor y sin rencores, la marginalidad feliz de aquellos que no esperan la aceptación ni favores de ningún entorno y sociedad que, aunque ignorada, impregna implacable las vidas de sus pobladores, alejando al pequeño, en favor de criterios que la salvaje fraternidad Verhulst no consigue entender, de su particular entorno familiar.
El final de la novela cierra el círculo de esos días pasados, asombrando desde el presente con la capacidad increíble que solo tiene la infancia de encajar ese entorno roto en un recuerdo entrañable.
De helaasheid der dingen
Dimitri Verhulst
Lengua de trapo editorial