Todo ocurre en unas horas. Y digo todo, porque nada se escapa a la prosa de Virginia Woolf. La historia es contada a caballo entre lo que ocurre en el mundo exterior que rodea a los personajes y el filtro que de esa realidad hace cada uno de ellos. Les iremos conociendo a través de pensamientos, recuerdos e impresiones propias, consiguiendo, de este modo, una caracterización mucho más intensa de la que permitiría la mejor adjetivación.
El manejo del tiempo y el espacio es la clave que hace avanzar el relato. Momentos y lugares puntuales que enlazan la historia a modo de una telaraña donde los caminos convergen en pequeños puntos insignificantes sin los cuales el resto de la estructura no podría existir. Las horas sonando de fondo. Dos historias principales sujetan la trama: una Clarissa Dalloway que debe prepararse para su fiesta y otro hombre, en otro lugar, encerrado en sí mismo con un final trágicamente distinto al exquisito acontecimiento que preparará la anfitriona. Un relato mucho más difícil de contar que de leer.