Existen algunas veces en las que sientes un vacío muy grande cuando terminas una historia; abandonar a sus personajes, dejar de formar parte de ese retal de mundo que construyen las páginas de una novela. Jack y Meera me han dejado esa sensación. Quiero más de su India, del descubrir una cultura nueva y atrayente para mí, de su fuerza, de ese afán de superación para rehacerse cada día, para no olvidar que ahí está un futuro que puede construirse mejor, precisamente mediante duras lecciones de olvido que nunca dejarán de formar parte de las personas que somos. Un Jack y una Meera que son padre y madre, con esa comprensión y paciencia que solo esos seres queridos son capaces de darnos a unos hijos algunas veces injustos y exasperantes.
Sus caminos se encuentran en el ojo del ciclón sin saber si a la salida lograrán la ansiada calma.
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