Aunque la lectura vino dictada por las expectativas de aprender alguna palabra nueva en inglés y con el fin de ahondar un poco en el conocimiento de su cultura y tradiciones, la novela me acabó atrapando, descubriéndome partícipe de su mundo a pesar de lo ajeno y alejado de las convenciones sociales actuales. Poco eco a la más literariamente sobada sociedad londinense de los años cohetaneos; Jane Austen nos traslada a un marco totalmente rural, con sus propias reglas y ritmos, donde termina siendo difícil no simpatizar con las dos hermanas protagonistas, Lizzy y Jane, con sus anhelos y decepciones. El pedigrí y las buenas maneras inglesas encarnadas en la figura de Mr.Darcy, espejo deformado en virajes más tardíos pero igual de característicos como el Gran Gastby y algunos otros de esos tantos hombres inquietantes que pueblan los escenarios y realidades de los muchos días sucedidos desde entonces.
Un mundo de relaciones construidas sobre lo escasamente dicho aunque intensamente deseado, resolución intrincadamente predecible que se sucede entre días monótonos de personajes relativamente anodinos que aún así, construyen un hilo potente de paseos intensos entre los parajes de la basta campiña inglesa.
irrealizables que acontecen posibles en la complicada sencillez de la sociedad inglesa de Austen
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